martes, 25 de noviembre de 2008

Rashomon; La verdad Dual

Podemos comenzar el análisis de esta película mediante la introducción de unas notas características, para más adelante desgranar la película en sí por medio de una subdivisión estructural.
Esas notas atributivas al film son:
a. Aparecen cuestiones como la ´´ verdad ´´, ´´ los puntos de vista ´´, ´´ objetividad y subjetividad ´´. Además, da al film un punto de vista concreto: la imposibilidad de los espectadores de conocer la verdad.
b. Hay dos relatos funcionando paralelamente: uno es el homicidio en sí y el otro es la sucesión de los testimonios
c. Es una película en la que hay una gran carencia de respuestas. Por ello, la temática, al ser tan densa, impregna al espectador de dudas.
d. El hecho de generar esas dudas nos transporta a otras opiniones, aparte de las del primer apartado; las motivaciones de los humanos, el hecho de un ser humano pueda juzgar a otro, las relaciones entre el hombre y la mujer ( la dificultad para un hombre de conocer las motivaciones que impulsan a una mujer a actuar de una forma u otra), como reaccionan esta pareja en situaciones extremas ( los dos en le bosque, con Tajomaru en medio de la acción, destruyendo todo núcleo de amor y afecto entre la dama y el samurai, que por ende era su marido)
e. Pero la clave en sí de la película es que no se pretende que el espectador sepa quién es el asesino, sino que medite y reflexione sobre la verdad, cual cree que es la única e inamovible. Y aún decimos mas, que se plantee si la verdad de la historia no es la de uno de los testigos, sino que dentro del cúmulo de los testimonios, se pueda entresacar la clave de la película.

Después de esta breve recopilación de aspectos de interés, vamos a mostrar la estructura de la película.

Podemos describirlo de la siguiente forma:
1. La estructura es narrativa, por medio del relato de un asesinato, ya que aparece muerto un samurai en un bosque. El hecho en sí de que aparezca un cadáver, lo estructuraríamos como una de las partes de la película, ya que sobre ella versa la trama.
2. La segunda parte es, obviamente, los diferentes testimonios que dan unos testigos sobre el asesinato.
Para una mejor comprensión, citaremos cada una de las subdivisiones de esta parte:
v En continuos flash-backs, mientras el leñador, un sacerdote y un campesino discuten los acontecimientos bajo una lluvia torrencial, vemos cuatro diferentes versiones del hecho: la de Tajomaru, la de la esposa, la del samurai (dicha a través de un médium) y, finalmente, la del leñador, que había sido testigo directo de todo y que lo había ocultado a la policía "para evitarse problemas". Cada una de las versiones nos da un relato distinto y no solo en los "pequeños" detalles sino incluso en la misma identidad del asesino.
v El primero de los cuatro en hablar es el delincuente Tajomaru y mantiene que él es el asesino del hombre, pero que la mujer, de la que admite haberse enamorado, no opuso resistencia. Después, la mujer mantiene que Tajomaru la violó, pero que fue ella la que mató a su esposo, no pudiendo soportar la vergüenza y el odio que este la tendría en adelante. A continuación, escuchamos la voz del marido muerto que habla a través de una médium. Éste, afirma que Tajomaru violó a su esposa, y que fue él mismo quien se suicidó. El leñador, que igual que ocurre en el relato, había confesado al principio haber sido el que descubrió el cadáver, pero no haber presenciado los hechos, se descubre ante sus compañeros de refugio, mientras la lluvia sigue cayendo torrencialmente, como el cuarto testigo con una declaración bastante parecida a la de Tajomaru, admitiendo no haber hablado ante la policía para no meterse en líos. Termina su declaración comentando que notó cómo alguien extraía la daga con la que se mató, presumiblemente el leñador, razón fundamental por la que éste habría rehusado hablar con la policía. La última parte del film termina cuando el leñador, adopta un bebe abandonado que aparece en el templo. Lo interpreto como un mensaje figurado, que nos quiere decir que dentro de este mundo corrompido por el odio, la maldad y la sinrazón, existe un halo de esperanza, que es representado por medio de la adopción del bebe por el leñador, teniendo en cuenta que este tenía ya 7 hijos.

Como conclusión final, creo que aparte de los 4 relatos que existen en la película, se podría incluir un quinto, que es la propia opinión que tienen los espectadores sobre la acción, ya que el autor invita a reflexionar sobre lo comentado en la primera parte: ¿ QUE ES LA VERDAD?

domingo, 23 de noviembre de 2008

El asesinato de César II

LA MUERTE DE JULIO CÉSAR (II): EL MITO

La Historia ha mitificado a Julio César después de que Roma le convirtiera en un dios. Pero su asesino no salió malparado, se convirtió en modelo político.
César era el hombre más poderoso de Roma, aunque tras su muerte parecía que no tuviese ningún partidario. No hubo ninguna reacción contraria a los magnicidas que, capitaneados por Marco Junio Bruto, se encaminaron al Capitolio llamando a la muchedumbre a la libertad.
Marco Antonio, incondicional de César, aceptó mansamente la nueva situación y pidió permiso para rendirle los honores funerarios a César. Bruto accedió, y eso fue la perdición de los republicanos.
Cinco días después del asesinato, en el funeral de Julio César, Antonio pronunció un discurso que es una obra maestra de la demagogia, y empujó a las masas a sublevarse contra los senadores. A continuación estalló la guerra civil. Derrotado en la batalla de Filipos, Bruto se dio muerte al estilo romano, arrojándose sobre la espada que sostenía un subordinado.
Más espantosa fue la muerte de su esposa Porcia, famosa por su estoicismo. Como su marido no le contara los planes de conjura, Porcia se hirió con un puñal “para demostrarte el valor con que afrontaría la muerte si fracasara la empresa que me ocultas”. Cumplió su promesa: tras el fracaso de Bruto tragó carbones encendidos para suicidarse, añadiendo un plus de horror a esta terrible historia. La derrota de Bruto en Filipos enterró a la República y dio paso al Imperio, precisamente lo que los conjurados habían querido impedir con el asesinato. El hijo adoptivo de Julio César, Octavio, tras eliminar a su aliado Marco Antonio se convertiría en el primer emperador de Roma. Fue un grandísimo estadista que estableció la Pax Romana, la etapa de mayor estabilidad que ha conocido el mundo.
Por otra parte se dedicó concienzudamente a convertir a César en un dios, un proyecto que el propio César había acariciado –se consideraba descendiente de Venus–, causando la indignación de los republicanos. Levantó un templo al dios César, con una gigantesca estatua de la nueva divinidad. En el frontón estaba representado el cometa aparecido durante los juegos funerarios de César. “Se creía que era el alma de César recibida en el cielo”, escribe Suetonio.
Podría pensarse que la completa derrota de los republicanos supondría la condena de su memoria, pero no fue así. Bruto continuó siendo un personaje admirado por los romanos. Los historiadores y los escritores del Imperio le tratarían bien, pues Bruto encarnaba las virtudes republicanas, y en la Roma Imperial había una nostalgia de la República, cuando la sociedad era austera y virtuosa y la pequeña Roma podía con cualquier enemigo. Será mucho después de desaparecido el Imperio Romano, en el siglo XIV, cuando la fama de Bruto sufra un terrible embate, el de Dante, que le sitúa en lo más hondo del infierno. En la Divina Comedia, Bruto aparece con “el hocico negro”en el noveno círculo infernal, el de los traidores, al lado de Judas, nada menos. Para más inri, Dante sitúa a su antepasado Bruto el Viejo (véase recuadro) en el primer círculo, el limbo, donde están los justos que, por no haber sido bautizados, no pueden entrar en el cielo.
Otra gran potencia de la literatura, Shakespeare, va a reivindicar sin embargo la figura de Bruto. En su tragedia Julio César, el héroe no es quien da nombre a la obra, sino Bruto.Y Shakespeare no se inventa nada, sigue fielmente a los autores romanos, sobre todo las Vidas Paralelas de Plutarco, que le había dedicado biografías no sólo a César, sino también a Bruto.
Pero sería la Revolución Francesa quien exaltara la figura de Bruto como modelo histórico, aunque a veces con cierta confusión entre Bruto el Viejo, fundador de la República Romana –a quien David le dedicará un gran cuadro–, y su descendien te. Los que mataron a César para salvar la República son los perfectos tiranicidas para los revolucionarios franceses, justificación y ejemplo de su propio tiranicidio, la ejecución de Luis XVI.
Precisamente cuando se discute la suerte del rey en la Convención, impaciente porque no se deciden a condenarle a muerte, Camille Desmoulins arenga: “Todos pretendemos el sobrenombre de Bruto, pero resulta que hace cuatro meses que 740 Brutos deliberan gravemente si un tirano es inviolable o no”. Pasado el momento histórico de la Revolución Francesa, la figura de Bruto se va diluyendo. La de César en cambio permanece viva en el imaginario moderno, pues incluso tiene influencia en nuestra vida cotidiana. Fue Julio César quien inventó el calendario de doce meses que todavía utilizamos.
En el siglo XX le dedican obras a César desde Bernard Shaw a Bertold Brecht, y si en los tebeos de Astérix es el malo, Hollywood nos lo presentará como un héroe simpático y entrañable en Cleopatra. Pero cada vez que se representa el más magnífico drama sobre su muerte, el Julio César de Shakespeare, cuando al final Marco Antonio dice: “Éste fue el más noble de todos los romanos... la Naturaleza podría levantarse y decirle al mundo entero: Éste fue un hombre”, no se refiere a César, sino a Bruto.

sábado, 22 de noviembre de 2008

El asesinato de César

LA MUERTE DE JULIO CÉSAR (I): EL CRIMEN





Es una de las mayores paradojas de la Historia. Un gran hombre, según sus mismos asesinos, ejecutado en nombre de una gran idea, la libertad.

Cuídate de los Idus de Marzo! Le dijo el adivino a Julio César, pero éste se rió del oráculo. Y murió asesinado el 15 de marzo (idus de marzo para los romanos) del año 44 antes de Cristo, hace ahora dos milenios y 50 años justos. El asesinato político no es una excepción, sino una constante en la marcha de la Historia. Pero ninguno ha permanecido tan presente en el imaginario colectivo, a lo largo de veinte siglos y medio, como el de César.

Lo que hace extraordinario este magnicidio no es sólo la inmensa figura histórica y cultural de Julio César, ni la supuesta relación paterno-filial de víctima y ejecutor; de príncipes que han matado a padres y hermanos para ocupar su sitio están llenos los anales. Tampoco la causa, que es la defensa de la libertad republicana frente a la amenaza de la tiranía personal; crímenes horrendos en nombre de grandes causas son también moneda corriente.

No, lo fuera de lo común en este caso es la calidad de los asesinos. No se trata de sicarios, profesionales del crimen a sueldo; tampoco de fanáticos exaltados, listos a matar y morir por una idea; ni mucho menos de la maquinaria deshumanizada de una organización terrorista que ha convertido en vulgar la mecánica de la muerte.

Los asesinos de César, en cambio, son lo mejor de la sociedad romana, son los senadores, los padres de la patria en los que reside la soberanía nacional, los patricios más ricos, más educados, a quienes más debería repugnar mancharse las manos de sangre, los que tenían más cosas que perder en una aventura revolucionaria como fue la conspiración contra el dictador vitalicio, Cayo Julio César.

Y no son dos ni tres, son medio centenar los senadores que se involucran, que eligen la Curia, la sagrada sede del Senado, para realizar el asesinato, que llevan ocultos bajo sus togas los puñales para participar personalmente en la muerte. Veintitrés heridas presenta el cuerpo de Julio César, sobre el que de forma ritual golpean uno a uno los senadores, aunque en el tumulto muchas puñaladas yerran el objetivo, y varios conjurados resultan heridos por sus propios compañeros.

Eran tantos los implicados que resulta increíble que César no detectara la conspiración. Los historiadores romanos recogen una serie de señales de advertencia aparentemente sobrenaturales. En realidad reflejan un estado de opinión: la deriva hacia la monarquía de Julio César no podía ser aceptada sin resistencia por los muchos republicanos que había en Roma; pero por otra parte sirvieron para rodear el magnicidio de un halo mítico, son elementos escalofriantes que servirían para convertir un acontecimiento histórico en un drama.

Estrabón habla de personas envueltas en llamas –¿un fuego fatuo?–; Dión Casio cuenta que las lanzas del sacrarium (capilla) de César, sin causa aparente, entrechocaron con gran ruido la noche de antes; y Plutarco relata la pesadilla de Calpurnia, la esposa de César, que le vio degollado, por lo que a la mañana siguiente le pidió que no saliese de casa. Plutarco reflexiona que Calpurnia no era mujer supersticiosa, lo que apunta a que había sospechas en el ambiente. Pero la señal más significativa la daría el propio César. La víspera de su asesinato, cenando en casa de Marco Lépido, se suscitó en la conversación cuál era la mejor muerte. “¡La imprevista!”, dijo premonitoriamente César, con un grito que impresionó a todos.

Vaticinios aparte, hubo una advertencia seria que desgraciadamente no atendió el dictador. Un profesor de griego llamado Artemidoro oyó conversaciones entre los conjurados que le hicieron comprender el complot. Fue a avisar a César la mañana de los idus, pero no era fácil el acceso al amo de Roma. A la puerta de su casa había una multitud de peticionarios esperando que saliese para entregarle sus demandas. Artemidoro puso por escrito lo que sabía de la conspiración y le entregó el papel a César, pero éste no llegó a leerlo.

Por último, en la puerta de la Curia que iba a convertirse en su cadalso, Julio César vio al adivino que días antes le había advertido de la fecha nefasta.“Ya están aquí los Idus de Marzo”, le dijo en tono de burla. “Sí, pero todavía no han pasado”, le respondió el augur.

Le quedaban minutos de vida...

Los conspiradores rodearon a César con la excusa de implorarle el indulto de un amigo; cuando tuvieron seguro que no podría escapar sacaron sus dagas y le apuñalaron, aunque la mayoría de las heridas no eran mortales, pues al fin y al cabo no eran asesinos y les fallaba la mano. Cuando se acercó Bruto, el más virtuoso de los políticos romanos, “pues todos debían participar”según Plutarco, César se cubrió la cabeza con su manto, para no verlo.

Bruto, jefe moral de la conspiración, le hirió en la ingle, lo que debió ser un golpe definitivo, y César cayó por fin a los pies de la estatua de Pompeyo, el héroe de la República, su antiguo amigo y luego rival encarnizado, que desde su pedestal ensangrentado “parecía presidir la venganza sobre su enemigo”.

sábado, 8 de noviembre de 2008

Barack Obama ¿ Época de cambios?



En estos días hemos asistido a un hito en la historia mundial (más concretamente en los avatares históricos de la primera potencia mundial); la elección de un presidente perteneciente a una minoria racial ampliamente denostada a lo largo de los dos siglos de existencia de la democracia norteamericana.

Barack Obama es ese hombre y con un lema tan simple como efectivo ( We can change, podemos cambiar) ha conseguido obtener el máximo cargo al que puede aspirar un ciudadano norteamericano, el de presidente de la nación. El senador de Illinois, con una carrera política tan fulgurante como fructifera, ha derrotado al republicano John Mccain por un amplio margen de votos, que en realidad son contabilizados como delegados por estado.

Obama ha entusiasmado a la ciudadanía y a los medios de comunicación con una serie de discursos tan populistas como sesgados en su contenido. No ha prometido nada diferente a cualquier político en campaña electoral, pero ha aparecido como un halo de esperanza revestido con una aurea mistica que ha encandilado no sólo a su país, sino al mundo entero. El desasosiego por la grave crisis económica, junto a los continuos varapalos en el prestigio patrio han pesado más que sus tan cacareadas cualidades.

Cierto que es un homus novus en la política y eso suele agradar al electorado en tiempos difíciles, pero hasta ahora no ha enseñado sus cartas para poder intuir que directrices va a tomar en el futuro más próximo.

Aboga por un cambio a la hora de hacer política, pero Estados Unidos es una plutocracia, un lugar donde quien obtiene más recaudación en la campaña puede obtener mejores medios para lograr su fin. Y hace tiempo que las elítes politicas se acuestan con los empresarios.

Es decir,de una manera más o menos tácita debe satisfacer las demandas de los grupos de presión que han invertido parte de sus fortunas para lograr que satisfaga sus pretensiones. Esa es una de las partes que no se ha mencionado y que debe condicionar su política. De rebote, obtenemos que la política económica debe virar en beneficio de las clases medias, aumento de los subsidios y mejora de la cobertura sanitaria. Y parte de esos grupos no desearan perder su privilegios.

Para realizar este nuevo ´´ new deal ´´ debe mejorar la transparencia en el sistema crediticio, intervenir más sociedades, intentar un binomio de gestión mixto privado-público para corregir las deficiencias que ha ocasionado un empleo masivo de técnicas de libre mercado, aumentar el gasto público para fomentar la producción y el empleo...

Y en un país donde estas premisas, que son hasta cierto punto socialistas, no estan acostumbradas a verse y el pánico generalizado por todo lo que implica la intervención estatal, hacen que sea una tarea especialmente ardua y llena de sinsabores y decepciones.

La cuestión bélica, asi como el cierre de Guantanamo, son objetivos más factibles de realizar. Obama no pertenece a la derecha cristiana más radical que impulso esas acciones, pero debe actuar de una manera que no hiera el sentimiento de una población acostumbrada a la prepotencia de ser los primeros y que no consentiria un retirada vergonzante.

En definitiva, Obama puede representar el cambio en la medida en que crea en las convicciones que ha propugnado a largo de los últimos tiempos y consiga una independencia relativa frente a los grupos de presión que han apostado por él para conseguir sus objetivos.

En un país donde la libertad es un bien cinicamente inherente a la persona en si y que tanto incide en la individual, será interesante comprobar hasta donde llega un hombre que pertenece a una minoría carente hasta hace muy poco de ella y con tantos prejuicios a sus espaldas.