miércoles, 27 de abril de 2011

Arqueólogos han descubierto una estatua gigante de Amenhotep III en Luxor




Arqueólogos egipcios han descubierto recientemente una de las estatuas más grandes conocidas hasta ahora del faraón Amenhotep III en el templo consagrado a su memoria en Luxor, en el sur de Egipto, como ha anunciado el Ministerio de Antigüedades en El Cairo.


La estatua, de 13,5 metros de altura, está partida en siete trozos y todavía no se encuentra su cabeza, especificó el Ministerio.


Amenhotep III, uno de los faraónes más celebres de la dinastía XVIII, destacó por su amplia actividad constructora (Colosos de Memnón, varias salas hipóstilas en el templo de Amón en Karnak, palacio de Malkata...) y sus campañas militares tanto en el sur del Alto Egipto como en las fronteras asiáticas del país.


Por otra parte, sus raíces genéticas , emparentadas con el reino de Mitanni por vía materna, contribuyerón a su predilección por la fuerza solar como divinidad principal del reino frente a las creencias tradicionales representadas por el poderoso clero de Amón. Estas reformas religiosas fueron llevadas a cabo con especial radicalidad por su hijo , el famoso Akhenatón, el " faraón hereje".


El templo, uno de los más grandes de Luxor, fue destruido por un terremoto en el año 27 a.C.


La estatua desenterrada era una de las dos que estaban colocadas sobre el acceso norte del Templo de Amenhotep III, en la orilla occidental del Nilo en Luxor.


Por otra parte, los arqueólogos esperan hallar también la otra estatua.


Otras dos figuras fueron desenterradas por la misma misión arqueológica, una de ellas representa a la antigua deidad egipcia de la sabiduría, Thoth y una pequeña escultura de la diosa de la guerra Sekhmet.

jueves, 23 de diciembre de 2010

Momentos históricos: La batalla de Hydaspes (326AC) 1ª Parte


Alejandro puso sus ambiciones mas allá incluso de los confines del viejo imperio Persa, esta claro que no se conformaba para nada con lo hecho hasta ahora, el merecía mas.

“Cuando iba a invadir la India, como viese que el ejército arrastraba grande carga en pos de sí, y era difícil de mover por la gran riqueza de los despojos, al mismo amanecer, estando ya listos los carros, quemó primero los suyos y los de sus amigos, y después mandó que se pusiera fuego a los de los Macedonios…” Vidas paralelas: Alejandro, De Plutarco, TOMO V: LVII.

A nadie se le escapan los padecimientos del ejército macedonio, pero tranquilizados por las leyendas que envolvían aquel exótico país (India), sobre todo el referido a la visita que realizara el Dios Dionisio, siguieron a su jefe hasta el valle del Indo.

Al otro lado del Indo, el jefe de Taxila llamado por Arriano Taxiles (tal vez su verdadero nombre sea Amphi) se sometió por su propia voluntad a Alejandro, viendo en los extranjeros unos claros aliados contra el rey de la zona: Poros.

“Dícese de Taxiles que poseía en la India una porción no menor que el Egipto en extensión y abundante y fértil como la que más, y que, siendo hombre de gran seso, saludó a Alejandro y le dijo: “¿Qué necesidad tenemos ¡oh Alejandro! de guerras ni de batallas entre nosotros, si no vienes a quitarnos ni el agua ni el alimento necesario, que son las únicas cosas por las que a los hombres les es forzoso pelear? Por lo que hace a lo demás que se llama bienes y riquezas, sí soy mejor que tú, estoy pronto a hacerte bien, y si valgo menos no rehúso mostrarme agradecido recibiéndolo de ti.” Vidas paralelas: Alejandro, De Plutarco, TOMO V: LIX.

Esta alianza significaba la guerra, un reto que Alejandro no despreciaría, por lo cual marcho hacia el este hasta el río Hidaspes donde Poros se preparaba para detener al macedonio.

1. Las Fuerzas enfrentadas.

El ejercito de Poros y su constitución, varían según la fuente. Yo me decanto por una fuerza cercana a los 30.000 hombres de infantería y 4.000 de caballería, a esto le sumamos una cantidad incierta de elefantes y carros de guerra, pero seguro que muy elevada y cercana a los 300 animales y 500 carros. Además estaba presente el hermano de Poros con una importante fuerza de caballería (se estiman otros 4.000 yo creo que menos) y carros de guerra.

El núcleo del ejército de Alejandro seguía siendo la infantería y la caballería macedonia. Alejandro había probado que 40.000 hombres entre caballería e infantería eran más que suficientes para derrotar a los ejércitos asiáticos del tamaño que fuesen. Comandaba además una importante fuerza alidadas de indios locales (cerca de 5.000) y algunas tropas asiáticas, estas fuerzas auxiliares complementaban perfectamente con las fuerzas macedonias en el faltante característico de los ejércitos griegos en tropas livianas de apoyo como arqueros ya sea a pie como montados (como los escitas de la confederación Dahae). Los agrianos, que vivían al norte de Macedonia, se mostraran como los mas leales aliados de Alejandro, combatiendo bravamente en todas las batallas.

Las unidades de infantería macedonias, eran las de Coeno, Clito, Meleaguer, Atalo, Gorgias, Alcetas y Pholyperchon todas de falangistas, a estas se le adicionaban las unidades auxiliares mercenarias antedichas a modo de apoyo. Cratero, Perdiccas, Hephaestion y Demetrio comandaban hiparquias de caballería. Seleuco con los hispanistas y Alejandro con su fuerza de caballería agema (compañeros, asociados) cierran el conteo.

2. Primeros movimientos.

“…tenía Poro colocados al frente los elefantes para guardar el paso, y que él (Alejandro), por su parte, movía todos los días mucha, bulla y alboroto en su campo a fin de acostumbrar a los bárbaros a no hacer alto en ello ni temerlo…” Vidas paralelas: Alejandro, De Plutarco, TOMO V: LX.

Una vez Alejandro arribara al Hidaspes, pudo notar la excelente posición del rey indio, quien al otro lado del río controlaba los pasos posibles del caudaloso río y hacia imposible un inmediato vadeo del mismo (por aquel entonces una vía navegable y difícil de vadear, actualmente llamado Jhelum).

Alejandro comento a viva vos que no tenía inconvenientes de esperar hasta los meses de otoño en que las aguas estarían mas bajas. Su intención era que sus palabras llegaran a oídos de Poros, ya que sus verdaderos planes eran otros.

Los recursos del macedonio eran extensos, había trasladado desde el Indo una cantidad de botes y galeras desmontados, los cuales fueron rápidamente ensamblados en el Hidaspes. Durante las próximas semanas efectivos macedonios se trasladarían de arriba hacia abajo del río haciendo todo el ruido posible de modo que no pasara desapercibido a Poros, quien mando fuerzas que marchaban al mismo nivel que los macedonios a quienes no perdían de vista a fin de imposibilitarles cualquier intento de cruce, sin embargo ningún ataque se llevo a cabo por parte de Alejandro. Tal vez era verdad, y el extranjero esperaría al otoño, debió de pensar Poros. Primer error.

El plan de Alejandro pronto dio sus frutos, a la vez que la vigilancia de Poros se relajaba, pudo explorar las costas del río, lo que le permitió encontrar un punto posible de vadeo. El mismo estaba situado 18 millas río arriba del campamento (ver mapa) y consistía en una entrada de tierra donde el río se curvaba y ensanchaba creando una isla en el medio, todo cubierto por una densa vegetación que protegía cualquier movimiento.

El cruce era inminente.




3. El cruce del Hidaspes.

“Espero por cualquier persona que desee explicar la causa del número y del tamaño de los ríos indios; y que mis observaciones se puedan mirar como dispuesto en rumor solamente…” La Anabasis de Alejandro, Libro VIII (India). Capitulo V. Arriano

La noche del cruce se presento para los indios como una más, acostumbrados como estaban a los ruidos, gritos y hogueras nocturnas provenientes del ejercito de Alejandro quien cubierto por estas maniobras diversionarias, marcho al sitio del cruce en total secreto. La suerte de Alejandro se vio favorecida incluso por una repentina tormenta que ayudo a ocultar aun más sus movimientos.

Las balsas y galeras (de hasta 30 remos) ya estaban preparadas, pero no alcanzarían para todos los efectivos, por lo que el cruce se realizaría en tres tandas. Adelante iría Alejandro con sus fuerzas de caballería (los “compañeros” o “asociados” según el autor) mas la caballería de sus oficiales Hephaestion, Perdiccas y Demetrio junto a auxiliares bactrianos, sogdianos y escitas (arqueros a caballo), también cruzarían fuerzas de infantería (las al mando de Seleuco, Coeno y Clito). Luego cruzarían Meleager, Atalo y Gorgias cada uno al mando de sus unidades de falanges y auxiliares (ver ítem 2). En el campamento quedaría una importante cantidad de hombres al mando de Cratero (su propia hiparquia de caballería mas unidades de falangistas al mando de Alcetas y Polyperchon) y los aliados indios con el fin de hacer creer a Poros de que Alejandro no se había movido del lugar. Cratero debía cubrir a los hombres que Poros dejara en el sector del río frente al campamento macedonio, o cruzar inmediatamente con sus fuerzas en caso de que Poros bien haya retirados sus hombres de allí para ser usados en otro lugar o por huir del campo de batalla sin luchar. Ni esto ni lo otro ocurriría.

La tormenta amaino al amanecer al momento en que, por la ruta elegida, la flotilla sale al descubierto. Por este motivo son avistados por vigías del enemigo que rápidamente corren a informar a Poros. La orilla elegida para el desembarco resulto ser otra isla, este contratiempo obligo a toda la tropa cruzar el nuevo canal sin ningún medio de flotación y con el agua hasta el pecho.

“Cuéntase haber prorrumpido allí en esta expresión: “Ahora creeríais ¡oh Atenienses! cuántos trabajos aguanto por ser celebrado entre vosotros.” Vidas paralelas: Alejandro, De Plutarco, TOMO V: LX.

Alcanzada tierra firme, todavía sin recibir el acoso del enemigo, Alejandro despliega sus hombres con suma rapidez y de una manera muy inteligente, esperando de un momento a otro la aparición del enemigo y sus temidos elefantes. Siempre con el río a la derecha, Alejandro y su caballería iba por delante, la infantería detrás cubiertos por tropas de arqueros montados que les servirían de pantalla. Ordeno Alejandro que arqueros a pie marcharan al ritmo de la caballería todo lo que pudieran (al mando de Tauron) como protección de flanco. Esta deposición le permitía estar preparado para contener cualquier ataque repentino de la caballería enemiga (seguro la primera en llegar) cuando aun muchos de sus hombres no habían cruzado todavía.

Dispuesto de esta manera avanzo Alejandro buen trecho, sin encontrar oposición.




4. La reacción de Poros.

La noticia del cruce agito el campamento indio, sin embargo Poros creyó que el mismo se efectuó con pocos efectivos (habrá pensado en alguna fuerza de reconocimiento) pues todavía eran visibles una gran cantidad de hombres en el campamento del macedonio, por lo que dispuso que una fuerza de 2000 hombres de caballería y 120 carros (según Ptolomeo) al mando de su hijo seria mas que suficiente. Segundo error.

“…se adelantó con la caballería unos veinte estadios, haciendo cuenta que si los enemigos acometiesen con esta arma, mejor los vencería, y si quisiesen mover su batalla, también le llegaría a él con anticipación su infantería; y sucedió lo primero: porque habiendo cargado mil caballos y sesenta carros, los puso en huída, habiendo tomado todos los carros y muerto trescientos hombres.” Vidas paralelas: Alejandro, De Plutarco, TOMO V: LX.

Alejandro ya había podido pasar con 6.000 hombres de infantería y 5.000 de caballería, por lo que el encuentro de las tropas indias de avanzada decanto fácilmente para el lado del macedonio quien llevaba la iniciativa en todas las acciones muy a pesar de todo lo dispuesto por Poros, 400 indios encontraron la muerte en este lance, incluido el joven príncipe, además todos lo carros fueron destruidos.

La batalla era inminente, el cruce del río para el grueso de las fuerzas de Alejandro era algo que Poros ya no podía evitar, el extranjero avanzaba hacia el. El rey indio movilizo sus hombres, y sin desatender las fuerzas de Cratero, presento batalla con 4.000 hombres de caballería, 300 carros, 200 elefantes y 30.000 hombres de infantería.

miércoles, 7 de julio de 2010

Momentos históricos: Carrhae, la ruina oriental de Roma.



Estamos en el año 53 AC. La República romana vive tiempos convulsos, ya que las ambiciones personales están relegando a un segundo plano la legitimidad ancestral del Estado. Varios militares y políticos no hacen sino socavar los cimientos de constitucionalidad de la ciudad del Tiber. La lucha incesante entre optimates y populares ha traído como resultado la perdida y desplazamiento de la influencia del principal órgano ejecutivo y legislativo ( el Senado) a favor de la alianza entre tres poderosos hombres.

Son Cayo Julio César, Cneo Pompeyo y Marco Licinio Craso.

César se encuentra en la Galia, intentado someter a los irreductibles galos y de paso, aumentar su riqueza personal y su influencia sobre la plebe romana.

Pompeyo, vencedor de piratas, armenios y del reino del Ponto, se encuentra en Roma, como garante de la alianza entre él, César y Craso.

Por último, queda Craso, el hombre más rico del mundo, vencedor de Espartaco, que intenta contrarrestar la creciente influencia de César y desea ampliar tanto sus riquezas como la gloria militar necesaria para plantar cara en un futuro a sus circunstanciales aliados.

ANTECEDENTES

Después de la reunión en Lucca (56 AC), César, Pompeyo y Craso acuerdan un reparto de la provincias romanas más ricas y con más posibilidades de incrementar la gloria personal. César se agencia la Galia por 5 años más, Pompeyo recibe Hispania, aunque la gobernará desde la distancia y Craso recibe Siria.

Esta reparto hace que Craso ambicione incorporar a la orbe romana el Imperio Parto.
Este reino, sucesor del imperio de Alejandro Magno y de sus descendientes ( los diadocos, concretamente los seleucidas) se encuentra en plena expansión. Para el año 55 AC, sus dominios se extienden desde Mesopotamia hasta casi el Indo.

Pese a que tanto Sila como Lúculo habían firmado tratados de paz con ellos, esto no amedrentará a un hombre como Craso, con tan pocos escrúpulos como talento militar.

Craso llega a Siria a mediados del año 54 AC. Sustituye a un hombre de confianza de Pompeyo, Aulo Gabinio, que había restablecido a Ptolomeo Auletes en el trono de Egipto y se preparaba para invadir a los partos, que se encontraban en plena guerra civil.

Rápidamente, Craso cruza el Éufrates, violando los tratado de paz y se lanza a inspeccionar el terreno. Ocupa varias posiciones enemigas sin dificultad y establece guarniciones. Posteriormente, regresa a Siria , dado que se acercaba el invierno y en esa estación es complicado realizar cualquier tipo de operación militar. El gobernador parto de la zona, Silaces, consigue escapar para anunciarle a su rey la expedición de invasión lanzada por los romanos. Como se comprobara más adelante, permitir que los partos se reorganizaran fue catastrófico para los intereses de los romanos.

Mientras tanto, en Partia, Fraates III había sido asesinado por sus dos hijos, Orodes y Mitridates. Como Mitridates era el mayor, se proclamo rey, pero su hermano Orodes no deseaba quedarse relegado a un segundo plano. Reunió un ejército y ordenó a su general más capaz, Surena, que acabase con su hermano. Dicho y hecho, Surena sitió a Mitridates en Babilonia y logro vencerle. El final.... ya se sabe y Orodes se convirtió en el nuevo rey parto.

Para entonces, Craso ya había regresado a su provincia y en vez de entrenar y fortalecer a su ejército, se dedicó a saquear los templos de Judea y Siria, entre los que destacó el de Jerusalén, que irritó de sobremanera a los judíos.

A todo esto, apareció Artabaces, el rey de Armenia. Como buen ave de rapiña, pretendía sacar beneficio de las conquistas romanas. Aconsejó a Craso que iniciara la invasión por Armenia, ya que así no tendrían que soportar las altas temperaturas estivales y porque tácticamente era más factible acabar con los partos. Esto era debido a que los partos empleaban como fuerza de combate principalmente a la caballería y en Armenia, con un terreno escarpado y agreste, les sería más difícil emplear sus tácticas de envolvimiento.

Craso no le prestó atención, posiblemente por prever que tendría que recompensar generosamente al monarca armenio.

Para mediados del año 53 AC, Craso consideró que era el momento adecuado para conquistar el imperio parto o arsacida. Comenzaba la aventura.


LA CAMPAÑA


Inició Craso la conquista con cerca de 35.000 hombres de infantería y 7000 de caballería ligera. Su objetivo inicial era conquistar las dos capitales partas, Babilonia y Seleucia del Tigris, Para ello, pretendía recorrer el camino más corto, que era atravesar las áridas llanuras mesopotámicas.

Esto era una autentica locura, porque el terreno llano favorecía las tácticas de envolvimiento partas. El ataque de los jinetes arqueros, combinada con el apoyo de la caballería pesada ( catafractos), serían letales para los romanos, ya que apenas dejarían a las legiones maniobrar y porque para este tipo de combate se necesita una caballería menos liviana y con más capacidad de adaptación a ese tipo de lucha.

A todo esto, apareció un regulo árabe, llamado Acbaro, que había ayudado anteriormente a Pompeyo en sus conquistas en Oriente. En realidad, ahora estaba al servicio de los partos.
Rápidamente se ganó la confianza de Craso y le recomendó atravesar el desierto, ya que le hizo creer que de esta manera podría sorprender a los partos, ya que se desconocía el paradero del rey Orodes y no habría fuerzas partas después de cruzar el árido terreno.
Naturalmente, todo esto era falso y los partos estaban agazapados para dar el golpe mortal.

Los romanos cruzaron el desierto y antes de finalizar la travesía ,se ausento Acbaro, diciéndole a Craso que tenía que retirarse por cuestiones estratégicas.

El viejo Craso le creyó y después de muchas penalidades, lograron atravesar el desierto y llegar a un afluente del Éufrates, llamado Balissos.

Aparecieron varias unidades partas de reconocimiento, que se retiraron rápidamente, creyendo los romanos que los partos eran unos cobardes y no se atreverían a enfrentarse a ellos.

Posteriormente, los romanos enviaron exploradores y apenas llegaron unos pocos de regreso, anunciando que un gran ejercito de caballería se encontraba cerca. Surena, el general parto, comandaba un ejército de más de 10.000 jinetes.

Esto causó perplejidad y temor en los romanos, que nos esperaban de ninguna manera un ejército parto tan cerca.

Craso apenas permitió descansar a sus tropas y ordenó a sus sufridos legionarios perseguir al ejército enemigo.

LA BATALLA

Los partos, protegidos por su caballería pesada, empezaron a lanzar una lluvia de flechas sobre los romanos. Viendo que apenas podían resistir, Craso ordenó formar en cuadro.

Esto era una desfachatez, ya que en vez de extender el ejército por la llanura, para evitar el envolvimiento, facilitó a los partos su táctica de ataque a distancia y les ayudó a fijar la posición donde debían de lanzar las flechas.

Craso pensó que pronto se les acabarían sus flechas y podrían intentar un ataque frontal, pero Surena ya lo había previsto. Coloco en la retaguardia a una guarnición encargada de proveer flechas a cualquier jinete que las necesitara.

Viendo que las flechas no cesaban, Craso ordenó a su caballería ( dirigida por su hijo Publio) que atacará a los jinetes arqueros, pero estos se alejaban continuamente y además aparecieron los catafractos, que acabaron rápidamente con ellos, al poseer superioridad numérica.

Sólo les quedaba resistir. Al anochecer, los partos se retiraron, dejando un panorama dantesco; cerca de 20.000 romanos muertos en el campo de batalla. Era el resultado de la avaricia desmesurada de Craso.


EL FINAL


Craso aprovechó esta oportunidad para replegarse a Carrhae, la ciudad más cercana, con los restos de su ejército, abandonando a cerca de 4.000 heridos en el campo de batalla, los cuales fueron masacrados por los partos al amanecer.

A la noche siguiente, Craso optó por huir de la ciudad hacía el oeste, aprovechando de la costumbre parta de no combatir a la caída del sol.

Para ello se ayudó de un guía local, llamado Andrómaco, que, en realidad, era un espía al servicio de los partos, el cual condujo mediante engaños a lo que quedaba del ejército romano, por un terreno que dificultaba el avance, hacia el grueso del ejército parto.

Quinientos jinetes al mando de Cayo Casio Longino ( futuro asesino de César) y 5.000 legionarios romanos desconfiaron del traidor y desertaron, dirigiéndose ellos mismos hacia Siria.

El resto de los romanos se encontraron a la mañana siguiente con el ejército de Surena, el cual les ofreció parlamentar.

Presionado por sus soldados, Craso se vio obligado a aceptar la oferta. Durante el encuentro, éste y parte de la delegación romana fueron capturados y, posteriormente, ejecutados.

Los 10.000 restantes romanos, considerando que Surena les perdonaba la vida si se rendían, optaron por esto último. Su destino; servirían como prisioneros en las fronteras orientales del imperio parto.


CONCLUSIONES


Esta campaña, tan mal planificada y nefastamente ejecutada, nunca debió hacerse. Los romanos no contaban con un ejército capaz de adaptarse al tipo de lucha que empleaban este tipo de pueblos y además, si a esto unimos las necedades de Craso durante toda la campaña y la batalla, no se podía esperar otra cosa que el desastre.

La muerte de Craso dinamitó el status quo de la República, ya que su muerte sirvió en bandeja de plata la lucha mortal de César contra Pompeyo por la supremacía.

Y es que la avaricia parece no tanto un vicio como una triste prueba de locura.

miércoles, 9 de junio de 2010

Momentos históricos: La batalla de Waterloo (2º parte)



Vuelvo a la narración para dirimir el desenlace de una de las batallas más decisivas de la historia, la batalla de Waterloo, en la cual Napoleón Bonaparte certificó el fin de su carrera política y militar.


Después de varios combates previos a la gran conflagración, Bonaparte se encuentra en una posición bastante precaria. Sus tropas estan exhaustas, apenas han descansado y su indumentaria y armamento se encuentran muy deteriorados por la gran cantidad de lluvia que les ha caido la noche anterior al combate, amén de ralentizar la marcha y facilitar la retirada de los ingleses.

Por si esto no fuera poco, el terreno embarrado no permite un uso eficaz de la artilleria, con lo que buena parte de las tácticas napoleónicas van a tener serias dificultades para poder ser ejecutadas.


Wellington ha replegado sus fuerzas hacia un terreno que favorece a su ejercito, por la excelente posición que le facilita divisar el campo entero de batalla y la situación de las tropas enemigas. Otra ventaja es la facilidad para defender una posible maniobra de flanqueo por parte de los franceses , ya que la posición suya es un monticulo que además esta conformado por varias posiciones estáticas que deben superar los bonapartistas para lograr combatir cara a cara con ellos.


Por otra parte, Napoleón cree que los prusianos no acudiran en ayuda de Wellington, pero se equivoca dramáticamente. Es cierto que los prusianos han tenido muchas bajas, pero gracias a la tardanza de Bonaparte en ordenar su persecución, Blucher y su ejercito han logrado esquivar a la caballeria francesa y avanzan a marchas forzadas en dirección oeste para apoyar al británico.


La batalla


Empieza la lucha. Los franceses intentan tomar la granja de Hougmount, uno de las posiciones estáticas citadas anteriormente, para lograr un punto de apoyo en el flanco izquierdo, mientras las tropas del centro avanzan, aunque son repelidas por la artilleria inglesa. Mientras, Napoleón es informado que Blucher se acerca por el este.


Wellington ordena que la caballeria acabe con la resistencia del centro, mientras que varias tropas intentan sin exito destrozar las piezas de artilleria francesas, ya que el ataque de los coraceros y los lanceros napoleónicos provoca que estas fuerzas fracasen en su intento y tengan que retirarse.


Bonaparte insiste en la toma de Hougmount, mientras que ordena a Ney que ataque el centro de las tropas inglesas para apoyar a los remanentes que quedan del ataque inicial.


Wellington ordena que sus tropas formen en cuadros, para evitar el flanqueo de la caballeria, lo cual es nefasto para los franceses, ya que la caballeria termina barrida por la artilleria y la fusilería.


Sin embargo, no todo son malas noticias para Napoléon. Los franceses logran tomar la posición del centro derecha británico, lo cual abre una brecha por la que pueden acceder las fuerzas de reserva francesas. Sin embargo, todavía no han logrado tomar el centro izquierda después de 7 horas y las fuerzas prusianas practicamente han llegado al campo de batalla.


Por otra parte, Bonaparte aún guarda una última carta, su guardia imperial todavía no ha entrado en combate. Finalmente, logra tomar Hougmont después de 8 horas y su guardia de élite se lanza al centro, para lograr dar el golpe definitivo, teniendo controlado ya ambos flancos.


Ahora la situación esta en empate. Napoleón tiene a sus principales fuerzas luchando en el centro, esperando que acaben de una vez con los ingleses ante el inminente ataque de los prusianos, mientras que Wellington mantiene la posición, esperando que Blucher llegue a tiempo.


El desenlace


Aunque parece que Napoléon controla el combate, Wellington consigue ordenar a su caballeria escocesa que contraataque a la Guardia Imperial, lograndoló con exito. Además los prusianos estan atacando a las precarias fuerzas de ala derecha francés.


Es el fin.


Napoléon no ha logrado acabar con los ingleses a tiempo, mientras que los prusianos estan exterminando a su exiguas fuerzas en el lado derecho.


Viendo que esta todo perdido, ordena un repliegue ordenado de sus fuerzas, mientras su leal guardia imperial protege la retirada.


Mientras, Wellington y Blucher se felicitan mutuamente por la victoria.


Conclusiones


A la vista de la descripcíón narrativa de los hechos, es muy probable que Napoléon hubiera vencido si los prusianos no hubieran aparecido a última hora. Considero que el despliegue francés fue correcto y que era dificil hacer más, teniendo en cuenta la posición de sus tropas y sus condiciones.


Quizá malgastó demasiadas fuerzas en el flanco izquierdo, pero era vital tomarlo para lograr un punto de apoyo donde poder haber atacado con garantías ese lado.


Los errores hay que buscarlos en las actuaciones realizadas por Bonaparte un dia antes, donde tardó demasiado en ordenar a su caballeria acabar con los restos del ejercito prusiano y la inactividad que facilitó el repliegue de los británicos. Wellington se retiró comodamente y pudo situar sus tropas de la forma más conveniente para sus intereses. Esto hizo que tuviera una ventaja primordial que le facilitó considerablemente la victoria.




sábado, 15 de mayo de 2010

Momentos históricos: Hernán Cortés y la conquista del Imperio Azteca



A principios del siglo XVI, la civilización occidental se hallaba en el umbral de una nueva era, sin paralelo hasta nuestros días, de descubrimientos e incentivos, de fronteras que saltaban en pedazos y de horizontes lejanos y no soñados. América había sido descubierta, pero el continente estaba prácticamente inexplorado.


En 1519 iban a cambiar las cosas, con la aparición en aquellas costas de un hombre de carácter muy distinto al de cuantos lo habrían precedido


Su nombre era Hernán Cortés, y en menos de tres años, con sus brillantes dotes de mando, su valor y su suerte casi increíble, iba a conseguir el hundimiento del imperio mexicano, y del emperador Moctezuma. Su historia tiene significación especial, por que señala el primer enfrentamiento directo, con toda su fuerza y poder del Viejo Mundo con el Nuevo.


Los recursos del jefe español eran pocos: once naves que transportaban menos de setecientos hombres. Pero poseía dos armas secretas, desconocidas para los nativos americanos: armas de fuego, entre ellas varios cañones pequeños, y 16 caballos. Cortés utilizó los dos en su primer encuentro con los habitantes de tierra firme. En una batalla librada cerca de Tabasco, al sudeste de México, los aterrorizados indios Mayas se mantuvieron valerosamente firmes contra los cañones, pero los caballos fueron demasiado para ellos.


Al principio imaginaron que hombre y caballo eran verdaderamente un solo animal, algún monstruoso centauro que cargaba contra ellos, y huyeron. Cortés, avanzó a grandes pasos hacia un árbol cercano, dio sobre el un gran golpe con su espada y declaró español el territorio. La conquista de México había comenzado.


Al día siguiente, los tabasqueños enviaron emisarios de paz al campamento español, con ricos presentes para sus conquistadores. Entre los regalos iba una joven india llamada Malitzín. Esta muchacha a quien Bernal Díaz describe como " de buen parecer y desenvuelta", fue sin duda el mayor don divino que jamás recibiera Cortés; no por que finalmente llegara a ser su amante y la madre de sus dos hijos, sino porque hablaba náhuatl y maya. Cortés ya tenía un interprete español maya, de modo que desde el momento que se le unió Malitzín terminaron los problemas de lenguaje.


El siguiente desembarco tuvo lugar a unas 200 millas al norte de Tabasco, dentro de las fronteras del belicoso imperio Azteca de Moctezuma.


Uno de los primeros golpes de suerte de Cortés, Quetzalcoatl (la serpiente emplumada), su leyenda revela una fantástica serie de coincidencias que da a la historia de la conquista el carácter de un cuento maravilloso: Hace mucho tiempo, dice la leyenda, Quetzalcoatl había bajado a la tierra en forma de hombre de piel blanca y barba negra; al cabo de veinte años había embarcado hacia el este. Se decía que algún día volvería para restablecer su dominio. Su regreso tendría ligar en un "Año Uno Caña", y traería consigo muchas tribulaciones y sufrimientos. Según el calendario Azteca 1519 era un Año Uno Caña.


Moctezuma tenía razones para inquietarse, incluso antes de conocer la llegada de Cortés, varios "malos presagios" se habían sucedido, y cuando sus espías dijeron haber visto una banda de misteriosos extranjeros mandados por un hombre de faz inusitadamente pálida y barba negra, las mas horrendas sospechas del emperador parecieron confirmarse.


Mientras Cortés hacía los preparativos para la marcha llegó otro grupo de emisarios indios a Veracruz. Estos afables miembros de la tribu Totonaca explicaron que habían sido conquistados por los Aztecas y de los tributos que les habían impuesto sus odiados señores, por lo que querían unirse a los españoles en su campaña. El conquistador accedió a llevarlos consigo.


Antes de emprender la marcha, Cortés tomó una decisión que por su valor y sangre fría debe ser considerada como la mas notable de su vida: ordeno a algunos de sus marineros perforar los cascos de sus naves y, con el pretexto de que estaban carcomidas y eran inútiles para la navegación las llevasen a tierra. De allí en adelante ocurriese lo que ocurriese, no había retirada posible.


El 8 de noviembre de 1519 conducía Hernán Cortés 400 hombres cansados y sucios por la calzada sur, hacia el interior de la capital azteca, una procesión distinta avanzaba en dirección contraria, el mismo emperador, en su palanquín de oro, salía para encontrarse con su dios.


Desmontando de su caballo, Cortés avanzó a grandes pasos hacia el emperador, y entonces, por primera vez, el Viejo y el Nuevo Mundo se vieron a la cara.


Para comienzos de 1520 podía decirse que la conquista de México estaba terminada. Pero la suerte de Cortés cambió súbitamente: las autoridades españolas en Cuba, dirigidas por el virrey Diego Velázquez de Cuéllar, estaban enfurecidas por su insubordinación. Afirmaban que Cortes se había excedido en sus atribuciones como conquistador. Para ello enviaron una expedición de castigo al mando de Pánfilo de Narváez, que Cortés destruyó.

Este factor fue importante, porque tras la victoria, las tropas de Narváez pasarón a engrosar el ejercito de Córtes, proporcionándole al extremeño unas fuerzas númericas y víveres esenciales para poder terminar con garantías la expedición.

Entretanto, en la capital se producía un desastre. En mayo durante un festival religioso, Alvarado decidió saquear a los indios nobles ataviados con sus mejores joyas y ordenó a sus soldados una matanza para apoderarse de ellas.


Más de 1000 nativos fueron muertos, y antes de que transcurriera una hora toda la ciudad estaba levantada en armas, desde entonces los españoles fueron rodeados en su palacio y cuando pidieron a Moctezuma su ayuda, este fue muerto a pedradas por su propia gente. El nuevo emperador fue Cuitlahuac, pero este murió al muy poco tiempo victima de la viruela para ser sucedido por Cuauhtémoc.


Las últimas esperanzas de Cortés de permanecer en la ciudad, murieron con Moctezuma. Se dió cuenta de que había de retirarse y ese misma noche cuando la multitud pareció calmarse emprendió la marcha.


Súbitamente, las aguas a ambos lados de la pasarela se llenaron de canoas que lanzaron una lluvia de flechas contra los españoles, los que no murieron por las flechas murieron ahogados por el peso del oro que llevaban consigo. Cortés perdió más de la mitad de su ejército. Aquella terrible noche del 30 de junio de 1520 se recuerda como "La Noche Triste".


Tras tal hecatombe, pocos jefes hubieran querido continuar la batalla. Pero Cortés estaba decidido a tomar México y el 28 de diciembre condujo hacia el Valle de México un nuevo ejército de 550 españoles pero esta vez reforzados por cerca de 10,000 indios aliados además de 13 bergantines para poder atacar por agua.


Despues de aniquilar a la huestes aztecas en la épica batalla de Otumba, Cortés se dispusó a la captura definitiva de la capital azteca.


El asalto final se inició en abril de 1521 pero la victoria resultó más difícil de lo que había creído. Cortés supo que solo había una solución, aniquilar lenta y sistemáticamente la ciudad. Y dio la orden a sus hombres de que destruyesen casa por casa y calle por calle y usaran los escombros para rellenar el lago. Y así el 13 de agosto de 1521, cayó finalmente la ciudad de Tenochtitlan.

Era el fin para los nativos aztecas. Un nuevo poder, con características de gestión y explotación diferentes hasta entonces en la zona irrumpía con fuerza en el horizonte del corazón de México. La Historia comenzaba un nuevo capítulo.




lunes, 19 de abril de 2010

Momentos históricos: Waterloo, el fin de una era. (1º parte)



Europa, año 1815. El Viejo Continente ha visto cambiada su fisonomia política tradicional gracias a la fulgurante carrera política y militar de un hombre, Napoleón Bonaparte.

Un libertador, para algunos, un tirano para otros. Una figura que no conoce de opiniones unánimes de acuerdo a su persona.


El ´´pequeño cabo´´, como era denominado amigablemente por sus hombres, ha conseguido escapar del ignominioso destino que era para él la isla de Elba.

Fleta un pequeño barco desde la isla, junto con sus leales, para desembarcar en Francia. El objetivo, regresar al primer plano de la escena internacional y proseguir con sus ambiciones políticas y personales.

El rey Luis XVIII se entera del regreso de Bonaparte y encarga al antiguo general del corso, Ney, que le aprese de inmediato.

Pero al llegar ante él, los lazos de amistad y remordimiento personal hacen que el valeroso mariscal no dude a quien debe jurar su lealtad.
No le depara el destino la misma suerte a otros hombres de confianza del emperador;
Murat, despues de traicionar a Bonaparte para conservar su reino en Nápoles, intenta reconciliarse con él, pero no es recibido por Napoleón. Después, viendo que el mismo podía ser derrocado, intenta una rebelión en Italia pero es vencido y ejecutado.
Berthier se suicidó, probablemente para evitar caer en manos de los monárquicos, mientras que otros mariscales no le apoyarón por prever el desastre al que se dirigía Bonaparte.

Napoleón entra en París, mientras el rey huye a Gante en espera de que las potencias europeas le devuelvan su trono.

Los principales estados europeos, enzarzados en disputas territoriales y en como frenar la nueva posición hegemónica de Rusia, deciden de inmediato formar una gran fuerza de combate para acabar de una vez por todas con el francés. Austria, Gran Bretaña, Prusia y Rusia deciden de inmediato reclutar un ejercito de cerca de 600000 hombres. Napoléon consigue una respetable fuerza cercana a los 450000, pero debido a la mala situación económica del país y a tantos años de guerra, debe establecer levas o reclamar al reemplazo de 1815 para terminar de conformar su ejercito.


Operaciones antes de la batalla.


Temiendo que sus enemigos aumenten sus reservas de combate, decide aplicar su vieja táctica relámpago y anular la ventaja numérica de sus rivales. Para ello, decide internarse en Bélgica, en un ataque audaz, para sorprender a sus enemigos, dividirlos y batir a cada uno individualmente para así anular su ventaja en hombres.

En Bruselas, Wellington, el general más capaz de los británicos, es informado de los movimientos de Bonaparte. Cree que es una maniobra de distracción y que no se arriesgara a un ataque frontal. Rapidamente moviliza a sus hombres, aunque no está solo. Un general que odia a muerte al corso por humillaciones pasadas le esta esperando para ayudarle a acabar con el.

Es Blucher, quién ve la ocasión propicia para redimirse. Ambos deciden formar un frente común para neutralizar las estratagemas de Bonaparte. Pero Blucher se encuentra a varias jornadas de la posición de Wellington.

Napoleón se entera de quién dirige las operaciones, pero duda a quién atacar primero.
Decide que Ney se encargue de contener a los anglo-belgas, mientras él va acabar con Blucher y apoyar más tarde a Ney atacando a Wellington por la retaguardia.

En Quatre Bas, Ney logra aguantar a Wellington, mientras que Napoleón acaba con Blucher, aunque con más perdidas de las previstas.


A partir de este momento es cuando empiezan las incongruencias de Bonaparte y que a la postre le llevarían al desastre en Waterloo.

Napoleón , tras la batalla, no ordena a parte de la caballeria perseguir a los restos del ejercito prusiano. Piensa que ha eliminado de la confrontación a Blucher, creyendo que se ha retirado al este y que no será capaz de organizar una fuerza de combate efectiva para apoyar a Wellington.

Por otra parte , ordena a Ney que no permita un repliegue ordenado de los ingleses, aunque este no obedece sus ordenes.

Bonaparte permanece incomprensiblemente estatico en Ligny, mientras que Wellington se retira tranquilamente a un terreno elevado, conocido como Waterloo, que le favorece tácticamente, ya que posee una vista total del terreno y porque es dificil atacar a una fuerza de infanteria que esta bien colocada en terreno elevado. Además permite a sus hombres descansar de cara a nuevos combates.

Varias horas después, Napoleón recapacita y ordena por fin que se persiga a las fuerzas prusianas, pero cree erroneamente que estas se han desplazado al este, cuando en realidad han ido al norte.

Por ello, la caballeria francesa se alejara demasiado en una persecución inútil y no podra apoyar al corso en Waterloo.

Por la noche se desata una furiosa tormenta que deja impracticables los caminos, por lo que los movimientos del ejercito napoleónico se vuelven erráticos.

Los franceses llegan al amanecer a Waterloo, sin descansar y con todas sus armas parcialmente inútilizadas por el tremendo aguacero que les ha caido por la noche.

Además, Wellington ha ocupado una posición inexpugnable, sus hombres tienen la moral alta y han descansado debidamente.

Ambos comandantes ordenan desplegar sus ejercitos. La Batalla de Waterloo va a comenzar.

lunes, 15 de marzo de 2010

Momentos históricos: La batalla de Hattin (1187)



Antecedentes del conflicto

Retrocedemos en el tiempo una vez más, a los sofocantes y áridos terrenos de Tierra Santa. Concretamente al año 1187. La situación no puede ser más compleja. Los reinos cristianos establecidos en Outremer se encuentran en plena guerra con el sultan egipcio Saladino. Este indomable guerrero, conocido por su valor, audacia y caballerosidad, fundó la dinastia ayyubi en el país de los faraones en 1171, sustituyendo a la decadente fatimí. Había logrado aunar las diferentes corrientes del Islam bajo un mismo cetro, heredando el legado de otro mítico guerrero, Nur al Din.

Los reinos cristianos estaban divididos en intestinas querellas internas. Especialmente significativo era el caso del Reino de Jerusalén. Había sido fundado en 1099, tras la toma de Jerusalén por los cruzados, durante el transcurso de la Primera Cruzada. Hasta mediados del siglo XII había sido regido por gobernantes capaces, superando las dificultades que entrañaba un reino cristiano rodeado de hostiles principados musulmanes. En 1174 falleció Amalarico (aquel que se alió con los bizantinos para conquistar Egipto y fracasó en el intento). Le sucedió su hijo Balduino IV. En este punto comenzarón las dificultades. El problema de fondo no fue la valía y pericia del nuevo soberano, sino su enfermedad, la lepra.

Aún con la enfermedad despedazando su físíco, sus esperanzas y su vida, fue capaz de retrasar las caída del reino consiguiendo una de las victorias más infravaloradas de la Historia, la de Montgisard (1177), donde vencío con inferioridad numérica a Saladino.

Al no poder engendrar un heredero por la enfermedad, el poder debía desplazarse obligatoriamente a los nobles, en los cuales militaban dos facciones, los partidarios de coexistir con los musulmanes y el sector más belicista, que englobaba a los Templarios y los nuevos cruzados provenientes de Europa.En el primero destacaban Raimundo de Tripoli (senescal del reino), Roger des Moulins o Balian de Ibelín ( no fue como lo pintaban en el Reino de los Cielos) En este segundo militaba, entre otros, Guy de Lusignan. Este guerrero de la baja nobleza francesa había contraído matrimonio con Sibila, la hermana de Balduino. En caso de fallecimiento del rey y al no existir todavía la ley sálica, el sería el encargado de asumir el trono. Destacaba por su pusilanimidad, su falta de criterio e ignorancia.

Cuando falleció Balduino en 1185, heredó el trono. La situación era francamente crítica. Saladino estaba hostigando continuamente a los cristianos y esperaba el pretexto necesario para atacar Jerusalén.
Guy, que no contaba con el beneplacito de la nobleza asentada en Jerusalén, necesitaba afianzar su posición. Debío ceder ante las pretensiones de dos hombres de alta posición en el reino, pertenecientes a la facción más belicista. Eran Gerard de Ridefort y Reinaldo de Chatillón. Uno era el maestre del Temple y Reinaldo era un bandido que había prosperado en Tierra Santa saqueando y matando musulmanes. Ambos, en cierto modo, condicionaban su apoyo a cambio de que el rey declarara la guerra a Saladino.

Guy cedió y Reinaldo atacó a una caravana en la que iba la hermana de Saladino, aduciendo que estaban armados. Esta era la ocasión propicia para ambos para poder declararse la guerra.

La Batalla

Saladino decidió tomar la iniciativa y puso sitio a la ciudadela de Tiberiades, para atraer a los cristianos y vencerlos lejos de sus bases de aprovisionamiento. Raimundo de Tripolí, que sospechaba de esta maniobra, abogó por esperar a Saladino, pero Gerard de Ridefort y Reinaldo presionarón a Guy para atacar. Guy cedió nuevamente y dió luz verde para atacar al sultan.

El calor era sofocante y la retaguardia se veía continuamente acosada por los arqueros montados de Saladino; los caballeros iban a pie, ya que sus caballos habían muerto. Guy de Lusignan se dio cuenta de su error y estuvo de acuerdo con Raimundo de Trípoli para dar un rodeo por el pueblo de Hattín, donde se encontraba un pozo de agua. Pero Saladino no se dejó embaucar por la maniobra y mandó a sus tropas para que les cortaran el camino. El rey decidió entonces establecer un campamento para pasar la noche en esta meseta. Ya no tenían agua, los hombres intentaron dormir ataviados, por miedo a verse sorprendidos en su sueño por los enemigos. A algunos cientos de metros percibían las risas y los cantos de los musulmanes, a quienes no faltaba nada.

A la mañana siguiente, el ejército reanudó su marcha: tenían que alcanzar el pozo de agua. Las tres columnas se desplegaron entre dos colinas volcánicas, los cuernos de Hattin. Los musulmanes los seguían acosando y los cuerpos de batalla se separaron. El rey tomó entonces una posición estratégica, al pie de los cuernos de Hattin. Pero las tropas de Saladino prendieron fuego a las hierbas secas, asfixiando a los cristianos con el humo.

Saladino se tomó su tiempo. Prosiguió sus ataques de acoso y no parecía tener prisa por lanzarse al asalto final. Para el rey latino, no había más que una salida para abrir la vía hacia Hattin: atravesar la barrera enemiga. Ordenó a Raimundo de Trípoli cargar con sus caballeros. Taqi al-Din, sobrino de Saladino, al mando de esa barrera, dividió entonces sus tropas para abrir el paso, pero lo cerró inmediatamente después. Las tropas cristianas no habían podido seguir y Raimundo de Trípoli se encontró solo. Al verse incapaces de ir en ayuda de su camarada, los cristianos se dirigieron a Tiro.

Los infantes habían escalado la colina norte de los cuernos, pero se encontraron entre un precipicio y las tropas musulmanas. Muchos de ellos murieron arrojados al vacío y otros se rindieron. Mientras, la caballería de Saladino había cargado contra los cristianos, que se refugiaban en el cuerno sur. Saladino escogió ese momento para lanzar el asalto final. Los caballeros consiguieron esporádicamente arrollar las líneas musulmanas, pero se vieron rechazados. Saladino lanzó el último asalto para apoderarse de la tienda roja del rey, donde se encontró la Vera Cruz, una sagrada reliquia. La noche del 4 de julio todo había acabado. Guy de Lusignan fue hecho prisionero, al igual que Reinaldo de Châtillon, el peor enemigo de Saladino.

El reino de Jerusalén estaba herido de muerte y su caida conmocionó a toda Europa. tanto que el Papa de entonces, Urbano III, falleció por el colapso que le ocasionó la noticia.

Era hora de una nueva Cruzada, pero eso ya es otra historia.