sábado, 15 de mayo de 2010

Momentos históricos: Hernán Cortés y la conquista del Imperio Azteca



A principios del siglo XVI, la civilización occidental se hallaba en el umbral de una nueva era, sin paralelo hasta nuestros días, de descubrimientos e incentivos, de fronteras que saltaban en pedazos y de horizontes lejanos y no soñados. América había sido descubierta, pero el continente estaba prácticamente inexplorado.


En 1519 iban a cambiar las cosas, con la aparición en aquellas costas de un hombre de carácter muy distinto al de cuantos lo habrían precedido


Su nombre era Hernán Cortés, y en menos de tres años, con sus brillantes dotes de mando, su valor y su suerte casi increíble, iba a conseguir el hundimiento del imperio mexicano, y del emperador Moctezuma. Su historia tiene significación especial, por que señala el primer enfrentamiento directo, con toda su fuerza y poder del Viejo Mundo con el Nuevo.


Los recursos del jefe español eran pocos: once naves que transportaban menos de setecientos hombres. Pero poseía dos armas secretas, desconocidas para los nativos americanos: armas de fuego, entre ellas varios cañones pequeños, y 16 caballos. Cortés utilizó los dos en su primer encuentro con los habitantes de tierra firme. En una batalla librada cerca de Tabasco, al sudeste de México, los aterrorizados indios Mayas se mantuvieron valerosamente firmes contra los cañones, pero los caballos fueron demasiado para ellos.


Al principio imaginaron que hombre y caballo eran verdaderamente un solo animal, algún monstruoso centauro que cargaba contra ellos, y huyeron. Cortés, avanzó a grandes pasos hacia un árbol cercano, dio sobre el un gran golpe con su espada y declaró español el territorio. La conquista de México había comenzado.


Al día siguiente, los tabasqueños enviaron emisarios de paz al campamento español, con ricos presentes para sus conquistadores. Entre los regalos iba una joven india llamada Malitzín. Esta muchacha a quien Bernal Díaz describe como " de buen parecer y desenvuelta", fue sin duda el mayor don divino que jamás recibiera Cortés; no por que finalmente llegara a ser su amante y la madre de sus dos hijos, sino porque hablaba náhuatl y maya. Cortés ya tenía un interprete español maya, de modo que desde el momento que se le unió Malitzín terminaron los problemas de lenguaje.


El siguiente desembarco tuvo lugar a unas 200 millas al norte de Tabasco, dentro de las fronteras del belicoso imperio Azteca de Moctezuma.


Uno de los primeros golpes de suerte de Cortés, Quetzalcoatl (la serpiente emplumada), su leyenda revela una fantástica serie de coincidencias que da a la historia de la conquista el carácter de un cuento maravilloso: Hace mucho tiempo, dice la leyenda, Quetzalcoatl había bajado a la tierra en forma de hombre de piel blanca y barba negra; al cabo de veinte años había embarcado hacia el este. Se decía que algún día volvería para restablecer su dominio. Su regreso tendría ligar en un "Año Uno Caña", y traería consigo muchas tribulaciones y sufrimientos. Según el calendario Azteca 1519 era un Año Uno Caña.


Moctezuma tenía razones para inquietarse, incluso antes de conocer la llegada de Cortés, varios "malos presagios" se habían sucedido, y cuando sus espías dijeron haber visto una banda de misteriosos extranjeros mandados por un hombre de faz inusitadamente pálida y barba negra, las mas horrendas sospechas del emperador parecieron confirmarse.


Mientras Cortés hacía los preparativos para la marcha llegó otro grupo de emisarios indios a Veracruz. Estos afables miembros de la tribu Totonaca explicaron que habían sido conquistados por los Aztecas y de los tributos que les habían impuesto sus odiados señores, por lo que querían unirse a los españoles en su campaña. El conquistador accedió a llevarlos consigo.


Antes de emprender la marcha, Cortés tomó una decisión que por su valor y sangre fría debe ser considerada como la mas notable de su vida: ordeno a algunos de sus marineros perforar los cascos de sus naves y, con el pretexto de que estaban carcomidas y eran inútiles para la navegación las llevasen a tierra. De allí en adelante ocurriese lo que ocurriese, no había retirada posible.


El 8 de noviembre de 1519 conducía Hernán Cortés 400 hombres cansados y sucios por la calzada sur, hacia el interior de la capital azteca, una procesión distinta avanzaba en dirección contraria, el mismo emperador, en su palanquín de oro, salía para encontrarse con su dios.


Desmontando de su caballo, Cortés avanzó a grandes pasos hacia el emperador, y entonces, por primera vez, el Viejo y el Nuevo Mundo se vieron a la cara.


Para comienzos de 1520 podía decirse que la conquista de México estaba terminada. Pero la suerte de Cortés cambió súbitamente: las autoridades españolas en Cuba, dirigidas por el virrey Diego Velázquez de Cuéllar, estaban enfurecidas por su insubordinación. Afirmaban que Cortes se había excedido en sus atribuciones como conquistador. Para ello enviaron una expedición de castigo al mando de Pánfilo de Narváez, que Cortés destruyó.

Este factor fue importante, porque tras la victoria, las tropas de Narváez pasarón a engrosar el ejercito de Córtes, proporcionándole al extremeño unas fuerzas númericas y víveres esenciales para poder terminar con garantías la expedición.

Entretanto, en la capital se producía un desastre. En mayo durante un festival religioso, Alvarado decidió saquear a los indios nobles ataviados con sus mejores joyas y ordenó a sus soldados una matanza para apoderarse de ellas.


Más de 1000 nativos fueron muertos, y antes de que transcurriera una hora toda la ciudad estaba levantada en armas, desde entonces los españoles fueron rodeados en su palacio y cuando pidieron a Moctezuma su ayuda, este fue muerto a pedradas por su propia gente. El nuevo emperador fue Cuitlahuac, pero este murió al muy poco tiempo victima de la viruela para ser sucedido por Cuauhtémoc.


Las últimas esperanzas de Cortés de permanecer en la ciudad, murieron con Moctezuma. Se dió cuenta de que había de retirarse y ese misma noche cuando la multitud pareció calmarse emprendió la marcha.


Súbitamente, las aguas a ambos lados de la pasarela se llenaron de canoas que lanzaron una lluvia de flechas contra los españoles, los que no murieron por las flechas murieron ahogados por el peso del oro que llevaban consigo. Cortés perdió más de la mitad de su ejército. Aquella terrible noche del 30 de junio de 1520 se recuerda como "La Noche Triste".


Tras tal hecatombe, pocos jefes hubieran querido continuar la batalla. Pero Cortés estaba decidido a tomar México y el 28 de diciembre condujo hacia el Valle de México un nuevo ejército de 550 españoles pero esta vez reforzados por cerca de 10,000 indios aliados además de 13 bergantines para poder atacar por agua.


Despues de aniquilar a la huestes aztecas en la épica batalla de Otumba, Cortés se dispusó a la captura definitiva de la capital azteca.


El asalto final se inició en abril de 1521 pero la victoria resultó más difícil de lo que había creído. Cortés supo que solo había una solución, aniquilar lenta y sistemáticamente la ciudad. Y dio la orden a sus hombres de que destruyesen casa por casa y calle por calle y usaran los escombros para rellenar el lago. Y así el 13 de agosto de 1521, cayó finalmente la ciudad de Tenochtitlan.

Era el fin para los nativos aztecas. Un nuevo poder, con características de gestión y explotación diferentes hasta entonces en la zona irrumpía con fuerza en el horizonte del corazón de México. La Historia comenzaba un nuevo capítulo.




2 comentarios:

  1. No hay que restarle mérito a Cortés, pero si Moctezuma no hubiera dudado tanto tiempo en si era conveniente atacar o no a los españoles, quizá Cortés se hubiera encontrado un enemigo que hubiera conformado un ejercito que no habría permitido un avance español tan sencillo desde la costa al corazón de México. Además , si los aztecas hubieran sabido movilizar a los pueblos que tenian sometidos, dudo mucho que los españoles pudieran haber formado una alianza estable con los indigenas.

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  2. El autor de la entrada25 de mayo de 2010, 14:48

    Solo quisiera hacer una puntualización al comentario anterior, pero es muy improbable que los aztecas pudieran haber considerado a los españoles una posible amenaza desde que desembarcaran en México, básicamente por una razón; desconocían su existencia. Es más plausible argumentar la excesiva prudencia con la que actuó Moctezuma y que a la postre le entrego en bandeja de plata el imperio a Cortés.

    Gracias por participar Carlos.

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