lunes, 19 de abril de 2010

Momentos históricos: Waterloo, el fin de una era. (1º parte)



Europa, año 1815. El Viejo Continente ha visto cambiada su fisonomia política tradicional gracias a la fulgurante carrera política y militar de un hombre, Napoleón Bonaparte.

Un libertador, para algunos, un tirano para otros. Una figura que no conoce de opiniones unánimes de acuerdo a su persona.


El ´´pequeño cabo´´, como era denominado amigablemente por sus hombres, ha conseguido escapar del ignominioso destino que era para él la isla de Elba.

Fleta un pequeño barco desde la isla, junto con sus leales, para desembarcar en Francia. El objetivo, regresar al primer plano de la escena internacional y proseguir con sus ambiciones políticas y personales.

El rey Luis XVIII se entera del regreso de Bonaparte y encarga al antiguo general del corso, Ney, que le aprese de inmediato.

Pero al llegar ante él, los lazos de amistad y remordimiento personal hacen que el valeroso mariscal no dude a quien debe jurar su lealtad.
No le depara el destino la misma suerte a otros hombres de confianza del emperador;
Murat, despues de traicionar a Bonaparte para conservar su reino en Nápoles, intenta reconciliarse con él, pero no es recibido por Napoleón. Después, viendo que el mismo podía ser derrocado, intenta una rebelión en Italia pero es vencido y ejecutado.
Berthier se suicidó, probablemente para evitar caer en manos de los monárquicos, mientras que otros mariscales no le apoyarón por prever el desastre al que se dirigía Bonaparte.

Napoleón entra en París, mientras el rey huye a Gante en espera de que las potencias europeas le devuelvan su trono.

Los principales estados europeos, enzarzados en disputas territoriales y en como frenar la nueva posición hegemónica de Rusia, deciden de inmediato formar una gran fuerza de combate para acabar de una vez por todas con el francés. Austria, Gran Bretaña, Prusia y Rusia deciden de inmediato reclutar un ejercito de cerca de 600000 hombres. Napoléon consigue una respetable fuerza cercana a los 450000, pero debido a la mala situación económica del país y a tantos años de guerra, debe establecer levas o reclamar al reemplazo de 1815 para terminar de conformar su ejercito.


Operaciones antes de la batalla.


Temiendo que sus enemigos aumenten sus reservas de combate, decide aplicar su vieja táctica relámpago y anular la ventaja numérica de sus rivales. Para ello, decide internarse en Bélgica, en un ataque audaz, para sorprender a sus enemigos, dividirlos y batir a cada uno individualmente para así anular su ventaja en hombres.

En Bruselas, Wellington, el general más capaz de los británicos, es informado de los movimientos de Bonaparte. Cree que es una maniobra de distracción y que no se arriesgara a un ataque frontal. Rapidamente moviliza a sus hombres, aunque no está solo. Un general que odia a muerte al corso por humillaciones pasadas le esta esperando para ayudarle a acabar con el.

Es Blucher, quién ve la ocasión propicia para redimirse. Ambos deciden formar un frente común para neutralizar las estratagemas de Bonaparte. Pero Blucher se encuentra a varias jornadas de la posición de Wellington.

Napoleón se entera de quién dirige las operaciones, pero duda a quién atacar primero.
Decide que Ney se encargue de contener a los anglo-belgas, mientras él va acabar con Blucher y apoyar más tarde a Ney atacando a Wellington por la retaguardia.

En Quatre Bas, Ney logra aguantar a Wellington, mientras que Napoleón acaba con Blucher, aunque con más perdidas de las previstas.


A partir de este momento es cuando empiezan las incongruencias de Bonaparte y que a la postre le llevarían al desastre en Waterloo.

Napoleón , tras la batalla, no ordena a parte de la caballeria perseguir a los restos del ejercito prusiano. Piensa que ha eliminado de la confrontación a Blucher, creyendo que se ha retirado al este y que no será capaz de organizar una fuerza de combate efectiva para apoyar a Wellington.

Por otra parte , ordena a Ney que no permita un repliegue ordenado de los ingleses, aunque este no obedece sus ordenes.

Bonaparte permanece incomprensiblemente estatico en Ligny, mientras que Wellington se retira tranquilamente a un terreno elevado, conocido como Waterloo, que le favorece tácticamente, ya que posee una vista total del terreno y porque es dificil atacar a una fuerza de infanteria que esta bien colocada en terreno elevado. Además permite a sus hombres descansar de cara a nuevos combates.

Varias horas después, Napoleón recapacita y ordena por fin que se persiga a las fuerzas prusianas, pero cree erroneamente que estas se han desplazado al este, cuando en realidad han ido al norte.

Por ello, la caballeria francesa se alejara demasiado en una persecución inútil y no podra apoyar al corso en Waterloo.

Por la noche se desata una furiosa tormenta que deja impracticables los caminos, por lo que los movimientos del ejercito napoleónico se vuelven erráticos.

Los franceses llegan al amanecer a Waterloo, sin descansar y con todas sus armas parcialmente inútilizadas por el tremendo aguacero que les ha caido por la noche.

Además, Wellington ha ocupado una posición inexpugnable, sus hombres tienen la moral alta y han descansado debidamente.

Ambos comandantes ordenan desplegar sus ejercitos. La Batalla de Waterloo va a comenzar.

1 comentario:

  1. La verdad es que Napoleon lo tenia muy complicado para poder recuperar la gloria de antaño. Las potencias europeas conocian sus estrategias y sabían como podían neutralizarlo. Además de cierta decadencia personal por parte de él, que le hicieron cometer errores que antes eran impensables

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