
Con el inicio de la reforma estatutaria por parte del ejecutivo aragonés, encabezado por el socialista Marcelino Iglesias, emerge de nuevo la socorrida pregunta sobre la situación territorial aragonesa. Una situación que lleva a plantearnos el hecho de considerar Aragón como una tierra situada en el mismo ámbito histórico que Cataluña o el País Vasco o una realidad plenamente española, sin ninguna justificación de por medio que incite a una reflexión sobre ello.
- Bien es cierto que Aragón, junto con Castilla, son las comunidades que intervinieron plenamente en la uniformidad administrativa del territorio español, especialmente antes de la entronización de los Reyes Católicos. El problema aragonés reside en que en las sucesivas alteraciones, véase la de 1591 ( Antonio Pérez, Felipe II y Juan de Lanuza, con las consiguientes perdidas de autonomía) junto con la llegada de los Borbones y su centralización administrativa, marcan la paulatina perdida de identidad aragonesa como realidad nacional.
El hecho de perder esa independencia, junto con la falta de interés, quizá medios y posibilidades, hacen que quede relegado a un segundo plano ese espíritu aragonés, situando la pertenencia a España como un honor mucho más ventajoso o quizá socialmente más arraigado, que el propiamente considerarse aragonés. El hecho de tener una baja natalidad y el ser un territorio poco poblado, junto con una economía en un escalafón inferior que territorios con un grado de desarrollo superior ( Cataluña y País Vasco) no ayudan en nada a un renacer del sentimiento aragonés. Pero uno de los problemas de fondo no son los términos económicos y jurisdiccionales, sino el propio pensamiento de los ciudadanos. ¿ Se puede afirmar que los aragoneses se plantean, al menos superficialmente, sus derechos históricos?.
- Esta pregunta, con claros índices retóricos, se puede afirmar como un no rotundo. El hecho de mirar el balance electoral, donde se dirimen los deseos de los ciudadanos respecto a su representación gubernamental, afirma que los aragoneses se sienten cómodos dentro de su pertenencia a España. Si se mira las peculiaridades culturales entre Aragón y otras comunidades, estas afloran menos. Aragón posee su historia y cultura, pero dentro de esto, no tiene, por ejemplo, una lengua representativa o rasgos tan particulares capaces de ser motor de ese sentimiento. Bien es cierto que no debemos pararnos ahí, pero es un caso en el que los curiosos pueden meditar. Las diferentes fuerzas nacionalistas, como son Chunta Aragonesista (CHA) o Partido Aragonés Regionalista (PAR) obtienen cuotas de votos irrisorias respecto a otras fuerzas nacionalistas en otras comunidades, aunque con un análisis en una proporción estadística, no en términos de población, porque ahí los números no cuadran, ya que las diferencias de población son ostensibles.
Por otra parte, el nacionalismo aragonés no es autoexcluyente. Si uno se fija detenidamente en las directrices de estos partidos, ninguna afirma una realidad nacional aragonesa en términos de ´´ separación total ´´ del estado español, sino una simple necesidad de convivir con España, pero con una mayor cuota de autogobierno. ´´ Hace poco dije que los aragoneses somos locos pero no tontos. Somos un partido federal que se encuentra muy cómodo en un país que se llama España. No nos gusta imitar maneras y formas de otros territorios. Somos como somos. ´´ afirma José Antonio Labordeta (CHA), despejando todas las dudas sobre el alcance de las pretensiones políticas de uno de los partidos nacionalistas aragoneses.
Vamos, un federalismo simétrico, en vez del asimétrico, con una clara igualdad de competencias entre zonas, un autogobierno equitativo entre los diferentes territorios, a diferencia de las pretensiones de los vascos o los catalanes. Es ahí donde reside la clave del nacionalismo aragonés. Una pertenencia a la realidad de España sin necesidad de una ruptura radical. Pero puede que el problema aragonés no resida solamente en su propia falta de cuestionamiento, sino en un modelo español de competencias no lo suficientemente justo. Si se hubiera descentralizado en términos alemanes de mayor cuota de decisión de los entes territoriales y en un barómetro de igualdad estatutaria, quizá no estaríamos hablando de un Aragón postergado en términos de gobierno. No se puede pretender una reorganización administrativa, una descentralización supeditada a un pasado histórico de grandeza y posterior alegato de opresión. Con ello, lo único que se consigue es una total falta de equidad y agravio comparativo, que acentúa las diferencias y genera odio hacia aquellos que se han visto favorecidos injustamente.
- Y si la Historia marca una mayor decisión, según vascos y catalanes, por propio derecho, ¿porque no Aragón?. Ahí radica el meollo de la cuestión: si verdaderamente no se plantea una identidad aragonesa en los ciudadanos, como se va a pedir en igualdad de condiciones unos derechos de mayor gobierno y ventajas económicas. Y lo mas hiriente; si se concede en base a unas condiciones históricas innegables, porque no aquí, siendo una de los territorios con más solera y tradición, base histórica indispensable para la formación del territorio español.
Pero hay 2 problemas:
v El hecho de tener una baja natalidad y el ser un territorio poco poblado, junto con una economía en un escalafón inferior que los territorios plenamente desarrollados ( Cataluña y País Vasco) no ayudan en nada a un renacer del sentimiento aragonés.
v El sentimiento aragonés y no ser planteado mayoritariamente por sus habitantes. A diferencia de otros lugares, el sentimiento generalizado es ser parte activa de un proyecto de organización territorial con una descentralización parcial como es la realidad actual de España. Hay una concepción de orgullo de pertenecer a una tierra como Aragón, pero sin el ánimo de exaltación que provoque la bipolarización radical de estado aragonés o nada ( Caso Vasco)
Claves, a mi parecer, sobre un posible cambio de escenario ( Muy utópico en la realidad, pero debería ser así)
Un aumento drástico de la población, en similares niveles a las comunidades con fuerte concentración nacionalista.
Un voto claramente enfocado en partidos nacionalistas, para ser lo suficientemente fuerte como para negociar con plenas garantías en Madrid.
Lo más complicado, una dispersión o diversificación del voto en las comunidades tradicionalmente nacionalistas, ya que al no contar con ese respaldo, muy difícilmente podrían negociar en Madrid sus premisas reivindicativas.
Un ejecutivo central débil, con un partido ganador de las elecciones en minoría, con obligación de aliarse con fuerzas nacionalistas para formar gobierno.
Preferiblemente el PSOE, ya que como se está demostrando, tiene muchas inclinaciones a una mayor descentralización en términos de autogobierno. Aunque si el PP estuviera en minoría y por todos los medios
intentara conservar el gobierno, dudo mucho que se negara a algunas concesiones. Ya se sabe, La Moncloa es un plato de muy buen comer.....
Ahí entraría en liza una posible alianza con un nacionalismo aragonés fortalecido, ya que el nacionalismo de otras comunidades no tendría suficientes votos como para pactar y formar gobierno con el partido ganador de los comicios en minoría.
Y partir de ahí, se podría empezar a negociar aspectos como derechos forales, cupo económico ( lo más importante), mejores infraestructuras.........
Breve reseña; el sistema federalista alemán, tomado como ejemplo, al ser el genuino representante del federalismo simétrico por excelencia, se ha demostrado como ineficaz o más bien, demasiado anquilosado. El hecho de que el Bundesrat, la confederación de los diversos entes territoriales, tenga capacidad de veto frente a una posible orientación de la cámara alta, el Parlamento, no ayuda a una mayor fluidez en la toma de decisiones, a excepción de que en ambas cámaras predomine un partido.
- (Alemania es una Confederación democrático-parlamentaria, cuyo sistema político es definido en su constitución de 1949 (con enmiendas), llamada Grundgesetz (ley fundamental). Posee un sistema parlamentario, en el cual se elige el jefe de gobierno, llamado Bundeskanzler (canciller federal).
El parlamento, denominado Bundestag (dieta federal) es elegido cada cuatro años por voto popular en un sistema complejo que combina la representación directa y la proporcional. Los 16 Bundesländer están representados a nivel federal por el Bundesrat (consejo federal), el cual —dependiendo del asunto en discusión— puede ganar la palabra en el procedimiento legislativo. Ocasionalmente se producen conflictos entre el Bundestag y el Bundesrat, creando dificultades en la administración.
La función de jefe de estado es cumplida por el Bundespräsident (presidente federal), cuyos poderes se limitan a tareas ceremoniales y representativas.)
Pero lo que es injusto es conceder derechos especiales en función de aspectos históricos a algunas comunidades, con especiales ventajas económicas y que otras regiones, en igualdad de condiciones históricas, vean negados esos derechos, con lo que no repercute en
una equidad, con el consiguiente aumento de las brechas de desarrollo económico y de autogobierno entre los territorios. Al final, todo se reduce en la capacidad de influencia y en como esta influencia es capaz de permitir a un partido de ámbito estatal (por ejemplo, el PSOE), con esos votos, gobernar un país como España.
Para finalizar, esto no es una apología del nacionalismo, sino una simple reflexión personal sobre un tema que cualquier habitante de Aragón se ha planteado alguna vez. España es un conjunto de diversidades territoriales uniformadas por la lengua y en menor medida, por aspectos económicos o políticos, pero cada zona conserva una
identidad propia que no debe ser vejada. Y la mejor forma de evitarlo es el reconocimiento de los derechos, signo inequívoco de la perdurabilidad, vitalidad y progreso de un pueblo como el aragonés.
Montaigne; poeta francés (Siglo XVI): ´´ Un día menos para el fin, pero solo uno lo decide.
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